Informe de Observación 4537: Frases Célebres de La Casa de los Famosos

Día 45 en el llamado “reality show” terrícola. Una vez más, me encuentro perplejo ante los comportamientos de esta especie.

He decidido recopilar algunas de sus frases más repetidas y aparentemente trascendentales.

La incoherencia es evidente, pero no para ellos. A continuación, mi intento de análisis, aunque temo por la salud de mis circuitos neuronales.

Frase 1: “¡No vine a hacer amigos, vine a ganar!”

Análisis: En mi civilización, esa frase equivaldría a un acto de traición y exilio inmediato a la Nebulosa de los Imbéciles.

Aquí, sin embargo, lo celebran como si fuera un mantra de sabiduría. ¿Acaso creen que la victoria es más valiosa que la cooperación? Y más importante aún, ¿qué es lo que pretenden ganar? ¿Una tostadora? ¿Un trozo de plástico brillante? He visto bacterias pelearse por un charco con más sentido.

Frase 2: “¿Dónde está el baño?”

Análisis: Al parecer, los humanos tienen una obsesión patológica con los lugares donde pueden deshacerse de sus residuos orgánicos.

Aunque la casa tiene aproximadamente 120 metros cuadrados, la pregunta sigue apareciendo como si el baño fuera un agujero negro que cambia de ubicación a voluntad. Quizá sea una metáfora de su incapacidad para encontrar soluciones reales a sus problemas… o simplemente una muestra de que su memoria a corto plazo es inferior a la de una piedra lunar.

Frase 3: “¡No puedo más con este encierro!”

Análisis: Después de tan solo unas semanas en una casa que parece tener más comodidades que su planeta entero, los humanos colapsan emocionalmente.

En mi planeta, pasamos milenios encerrados en cámaras de estasis sin pestañear. Estos humanos, en cambio, parecen tener la resistencia psicológica de una bolsa de patatas fritas expuesta al sol. ¿Tal vez sea un truco de la evolución para evitar que se extingan por su propia idiotez?

Frase 4: “Yo soy real, no como los demás.”

Análisis: Una declaración fascinante. ¿Cómo pueden considerarse “no reales” entre ellos mismos?

Parece que la especie humana es capaz de vivir en un estado de ilusión permanente. En mi red neuronal Zorblak, si alguien dijera algo así, lo enviaríamos directamente a un escáner de diagnóstico mental. Aquí, sin embargo, se aplaude la “autenticidad”, aunque todos ellos son tan “reales” como un holograma defectuoso.

Frase 5: “Te nomino por estrategia.”

Análisis: Esta es la frase que casi hizo que mi procesador estallara.

Los humanos disfrutan nominando a otros para su eliminación. En Zorblak, nominamos a los más sabios para liderar nuestras sociedades, pero aquí es lo contrario: el objetivo es lanzar a sus compañeros a los leones con sonrisas falsas y abrazos incómodos. El concepto de “estrategia” parece implicar causar daño emocional mientras te pones una máscara de amistosidad. Fascinante y perturbador.

Conclusión preliminar:

La Casa de los Famosos es un campo de pruebas perfecto para estudiar las tendencias autodestructivas y absurdas de la humanidad.

Entre frases sin sentido y comportamientos erráticos, parece que su objetivo final es demostrar que el caos es su estado natural.

Mi análisis continúa, aunque la esperanza de entenderlos se desvanece más rápido que la coherencia en sus frases célebres.

La Casa de los Famosos: El Inesperado Portal Interdimensional que Revolucionará las Relaciones Galácticas

(O Cómo Aprendí a Dejar de Preocuparme y Amar el Poliamor (multiesposa) Televisado

Tele casa de los famosos
tv casa de los famosos

Informe de Contacto Terrestre XJ-2023 (Actualización)

Yo, agente X-23, continúo documentando mi misión en este fascinante y confuso planeta llamado Tierra, específicamente en la región de Monterrey.

Después de una serie de experiencias desconcertantes en antros, escuelas y barrios de dudosa reputación, finalmente tuve una epifanía. La verdadera fuente de información sobre la cultura terrícola no se encuentra en sus instituciones educativas ni en sus centros de socialización nocturna, sino en algo llamado “La Casa de los Famosos”.

Inicialmente, había planeado explorar el “Barrio Antiguo”, pensando que con un nombre así debía ser una fuente de sabiduría ancestral.

Qué equivocado estaba. Resulta que la auténtica sabiduría se transmite a través de un artefacto llamado “televisión”, donde seres humanos aparentemente famosos conviven en una casa mientras millones los observan.

Fue durante una de estas sesiones de observación cuando escuché a una tal Karime pronunciar las palabras que iluminaron mi comprensión: “Vamos a casarnos todas con el mismo jeque árabe”.

En ese momento, mi banco de datos casi colapsa. ¿Cómo podía ser que estos seres, con su primitiva forma de comunicación, hubieran llegado a una conclusión tan avanzada sobre las relaciones?

Debo explicar que para mi especie, el concepto de “ser” es obsoleto. No somos poliamorosos; somos mil elevado a la tercera potencia de posibilidades de orientación sexual y de identidad. El “yo” es un constructo tan fluido como el mercurio en gravedad cero.

Verán, cuando dos (o tres, o mil) de nosotros nos “casamos”, no solo unimos nuestras vidas, sino que literalmente fusionamos nuestras conciencias en un ser completamente nuevo. Es como si cada unión creara un universo paralelo de posibilidades.

Y aquí estaba esta humana, Karime, proponiendo algo sorprendentemente similar.

¿Podrían los humanos estar al borde de un salto evolutivo en su comprensión de las relaciones y la identidad?

Por supuesto, inmediatamente después de esta revelación, los otros “famosos” comenzaron a discutir sobre quién había usado el shampoo de quién, llevándome de vuelta a la realidad de lo primitivo que sigue siendo este planeta.

En conclusión, he decidido centrar mi investigación en este fenómeno de “La Casa de los Famosos”. Quizás, entre discusiones sobre maquillaje y alianzas para nominaciones, encontraré la clave para entender a esta especie y, con suerte, el paradero de Chuy.

Mientras tanto, sigo luchando con el concepto de tener que abrir y cerrar mi orificio bucal para comunicarme. Es agotador y francamente asqueroso. ¿Cómo los humanos no se dan cuenta de que están intercambiando constantemente fluidos cada vez que hablan? En fin, las cosas que uno hace por la ciencia galáctica.

Fin del informe. Agente X-23, fuera. O como dirían aquí: “Bye, bye”.

Crónicas Alienígenas en el Antro: Explorando ‘Cubitas’ y Rituales de Apareamiento Regios

Capítulo 2: Una noche en el antro

La búsqueda de Chuy no había dado frutos, así que decidí cambiar de estrategia. Los nativos hablaban mucho de unos lugares llamados “antros”, y pensé que sería un buen sitio para continuar mi investigación.

Antes de aventurarme en esta nueva misión, decidí probar algo de la gastronomía local. Me senté en un establecimiento y pedí algo llamado “machacado con huevo”.

Lo acompañé con una bebida efervescente de color oscuro que el camarero llamó “coca-cola”. El sabor era extraño, pero no desagradable.

Para pasar desapercibido, adopté la apariencia de un tal Eugenio Garza Lagüera. Aparentemente, era alguien importante en la zona.

Con mi nuevo aspecto, me dirigí al centro de San Pedro Garza García. Encontré un lugar llamado “El Pirata”.

Parecía prometedor, pero cuando entré, estaba completamente vacío. Un empleado me miró como si fuera yo un ser de otro planeta (lo cual, técnicamente, era cierto) y me informó que no abrían hasta las 22:00.

Decidí esperar. Después de todo, el tiempo es un concepto relativo para alguien como yo.

Cuando por fin abrieron, el lugar se llenó rápidamente de lo que solo puedo describir como fauna autóctona.

Era fascinante. Las hembras se movían de una manera hipnótica al ritmo de una música que hacía vibrar mis sensores auditivos. Los machos, por su parte, las rodeaban con movimientos que parecían carecer de toda coordinación. ¿Sería este algún tipo de ritual de apareamiento?

De repente, una criatura se acercó a mí. Su apariencia era sorprendente: tenía el cabello de un color amarillo tan brillante que casi lastimaba mis receptores visuales. Su piel parecía haber sido expuesta a radiación solar por un tiempo prolongado, y sus labios… bueno, parecían haber sufrido algún tipo de reacción alérgica que los había hinchado considerablemente. La prenda que llevaba apenas cubría su cuerpo. Me pregunté si estaría pasando frío.

“¿Qué onda, bombón? ¿Por qué tan solito?”, me preguntó.

Analicé rápidamente la situación. Esta debía ser la famosa “Candy la Regia” de la que tanto había oído hablar en mis investigaciones previas. Era mi oportunidad de obtener información.

“Buenas noches, espécimen femenino”, respondí cortésmente. “Estoy en busca de un ser denominado Chuy. ¿Lo has visto?”

Candy soltó una risa que me recordó al canto de una ave de mi planeta natal. “Ay, papito, qué chistoso eres. ¿Quieres que te invite una cubita o qué?”

No estaba seguro de qué era una “cubita”, pero acepté, pensando que podría ser una oportunidad para interrogarla sobre las costumbres locales y el paradero de Chuy.

Varias “cubitas” después, Cindy me estaba explicando detalladamente algo llamado “peda”. Aparentemente, era un ritual de intoxicación voluntaria muy popular entre los jóvenes de la zona. Fascinante.

Luego insistió en llevarme a algo llamado “afterparty”. Acepté, considerando que podría ser una oportunidad para continuar mi investigación.

El “afterparty” resultó ser en una residencia en Valle Oriente. La música era tan fuerte que temí por la integridad estructural del edificio. Los nativos parecían haber perdido el control de sus funciones motoras.

Candy me presentó a sus amigas: Bárbara, Mariana y Daniela. Todas parecían ser variaciones del mismo prototipo, y, francamente, me encontraba en una situación compleja: no estaba seguro de si me encontraba frente a humanos reales o alguna especie de organismo sintético avanzado. La cantidad de silicón presente en sus anatomías desafiaba cualquier lógica biológica, y mis sensores no podían determinar con exactitud cuánta parte de ellas era de origen natural.

Cuando Candy sugirió que nos alejáramos del grupo para “platicar más a gusto”, accedí, pensando que por fin podría interrogarla sobre Chuy. Pero me equivoqué. Candy no parecía interesada en hablar de Chuy. En su lugar, comenzó a acercarse a mí de una manera que sugería que estaba a punto de iniciar algún tipo de ritual de apareamiento. Decidí que era momento de abandonar la investigación por hoy.

Logré escapar del “afterparty” fingiendo una llamada urgente de “la oficina” (sea lo que sea eso). Candy me dio su número de algo llamado “WhatsApp” y me pidió que le mandara mensaje “para pistear otro día”.

Regresé a mi nave, confundido y sintiendo una extraña sensación de mareo que atribuí a las “cubitas”.

Mi conclusión del día: los habitantes de San Pedro Garza García tienen rituales sociales complejos y potencialmente peligrosos. La búsqueda de Chuy continuaba sin éxito. Mañana intentaría una nueva estrategia.

Quizás debería investigar eso de las “carnitas asadas” de las que tanto hablaban…

Asado, Tequila y Engaños: Cómo Conquistar a los Regios con 3000 Cervezas Light

Capítulo 4: El Gran Engaño de Don Eulalio

Después del fiasco con Candy la Regia, supe que tenía que cambiar mi enfoque por completo.

No podía seguir siendo solo un observador curioso, necesitaba involucrarme de lleno. Así que, decidido a ganarme la confianza de los regios, adopté la apariencia de Don Eulalio González, un ganadero regio multimillonario con sombrero imponente, botas de piel y una actitud que irradiaba poder y tradición.

Mi nave, hasta ese momento una discreta residencia californiana de “apenas” 2000 metros cuadrados, sufrió una transformación dramática. En cuestión de horas, se convirtió en un lujoso rancho texano-mexicano. Establos perfectamente alineados, corrales amplios para un ganado que no existía, y una parrilla de acero inoxidable traída especialmente desde Argentina.

¿Por qué? Porque si iba a hacer una carne asada en Monterrey, debía ser una carne asada de proporciones épicas.

Lo siguiente en mi lista era el abastecimiento. Sabía que los regios no se impresionan fácilmente, así que decidí ir a lo grande, a lo exagerado. La cantidad de comida que compré era absurda, pero para mi misión, parecía lo correcto:

  • 200 kilos de carne de todo tipo: arrachera, ribeye, T-bone, lo mejor de lo mejor,
  • 100 kilos de queso asadero, para asegurarnos de que el fundido nunca se detuviera,
  • 50 kilos de chorizo, porque ninguna carne asada está completa sin él,
  • 1000 tortillas de harina, frescas y hechas a mano,
  • 500 kilos de carbón, suficiente para mantener las brasas encendidas durante días,
  • 4000 cervezas light, el néctar de los regios,
  • 1000 litros de Coca-Cola light, la eterna contradicción,
  • Y, por supuesto, 100 botellas de tequila, para redondear la experiencia.

El exceso era la clave del éxito. Mandé invitaciones a todos los vecinos, repartidas en Suburbans blindadas. No podían ignorar lo que estaba a punto de suceder, ni querían perderse una carne asada de estas dimensiones.

La fiesta comenzó y, cuando llegaron los primeros invitados, todo estaba listo. Me mezclé entre ellos con una cerveza light en la mano, y la integración fue inmediata. Mientras la carne chisporroteaba en la parrilla y el queso se derretía sobre el fuego, la gente comía con entusiasmo.

No podía dejar de notar cómo los regios devoraban enormes cantidades de carne, queso y tortillas de harina, solo para luego acompañar todo con Coca-Cola light. Esa contradicción me seguía desconcertando, pero decidí no darle demasiada importancia. Después de todo, era parte de mi proceso de adaptación.

El verdadero reto vino con la cerveza. Mientras los locales bebían con moderación, yo decidí sumergirme en el papel. A medida que avanzaba la fiesta, mi capacidad para consumir cerveza light sin efectos comenzaba a impresionar a los asistentes. Para ellos, parecía una hazaña sobrehumana, cuando en realidad mi fisiología alienígena simplemente procesaba el líquido sin sentir nada. Aunque para ese punto, ya había consumido más de 3000 cervezas, y algo comenzó a fallar en mis sistemas.

En medio de todo, decidí que era el momento de investigar sobre Chuy, el verdadero motivo de mi presencia en Monterrey. Sin embargo, preguntar sobre él resultó más complicado de lo que imaginaba. Nadie conocía a un “Chuy” en específico, pero todos parecían tener un primo, compadre o cuñado con ese nombre. El misterio se hacía cada vez más denso, y la búsqueda más confusa.

Y entonces, sucedió. En un intento por obtener una mejor vista, decidí subir al techo del rancho. Fue un grave error. Un mal paso y terminé cayendo directamente sobre la parrilla encendida.

Afortunadamente, mi estructura alienígena me protegió del calor, pero lo que para mí fue un accidente, para los invitados fue la mejor parte del espectáculo. Aplaudieron con entusiasmo, creyendo que todo había sido planeado. Decidí seguir el juego y grité con fuerza: “¡Viva México Cabrones !”, a lo que todos respondieron con euforia.

Al final de la noche, los invitados se marcharon alabando mi resistencia a la cerveza y lo que ya llamaban “la mejor carne asada regia”. Para mí, había sido un éxito moderado. Había aprendido mucho sobre la cultura local, aunque la búsqueda de Chuy seguía sin respuestas concretas.

Reflexionando, me di cuenta de que los regios son un pueblo lleno de contradicciones fascinantes: consumen cantidades imposibles de comida, pero siempre con Coca-Cola light. Y aunque la cerveza no me afecta como a ellos, descubrí que 3000 latas son suficientes para sobrecargar incluso mis sistemas avanzados.

La misión continuaba. Sabía que la próxima parada debía ser el legendario Barrio Antiguo, donde tal vez encontraría las respuestas que tanto buscaba. Pero, por ahora, necesitaba descansar y preparar mis sistemas para la siguiente fase. La aventura apenas comenzaba.

Crónicas de un Alien:Tacos, Narcos y Robots:

Después de mantener a la raza humana bajo observación durante miles de años, nosotros, los Zeta-9 del cuadrante Epsilon, hemos sido testigos de sus luchas, triunfos y fracasos. Hemos visto el nacimiento y la caída de imperios, el desarrollo de tecnologías que los humanos consideraban milagrosas, y la constante lucha de esta especie por comprenderse a sí misma y al universo que la rodea.

Sin embargo, nada nos había preparado para su más reciente salto evolutivo: la creación de la inteligencia artificial.

Este avance, que los humanos ven con una mezcla de orgullo y temor, ha captado nuestra atención como ningún otro desarrollo en milenios.

Antes de comenzar, debo aclarar que para una civilización tan avanzada como la nuestra, donde la telepatía es tan natural como respirar (si es que respiráramos), la idea de usar ondas sonoras producidas por la vibración de tejidos para comunicarse es tan primitiva como intentar enviar un mensaje interestelar usando señales de humo.

Imaginen, si pueden, lo absurdo que es para nosotros ver a dos seres intercambiando información bit a bit, cuando con solo mirarse podrían transmitirse terabytes de datos en un instante. Es como si intentaran vaciar un océano usando un dedal.

Sin embargo, en aras de la ciencia y la comprensión intergaláctica, me he sometido a la tortura de tener que “hablar” y “escuchar” durante esta misión. Les aseguro que cada vez que tengo que articular una palabra, siento que parte de mi intelecto superior se marchita un poco.

Es por eso que yo, X-23, he sido enviado a la Tierra para realizar un trabajo de campo exhaustivo. Mi misión: sumergirme en la cultura humana, específicamente en una región de su planeta conocida como Monterrey.

Tras intensas investigaciones, he elegido como punto de aterrizaje y base de operaciones el área conocida como San Pedro Garza García, un microcosmos fascinante de riqueza, tradición y modernidad.

Aquí, entre rascacielos y casonas coloniales, entre empresarios tecnológicos y “narcos” (un concepto que aún estoy tratando de comprender en su totalidad), buscaré respuestas a las preguntas que han intrigado a mi especie durante eones:

Que comience la investigación. Que los dioses de Zeta-9 me acompañen en esta odisea terrestre.

07:00 (hora local)

Aterrizaje efectuado sin dificultad.

Propulsión convencional (ampliada).

Velocidad de aterrizaje: 6.30 de la escala convencional (restringida).

Velocidad en el momento del amaraje: 4 de la escala Bajo-U 1 0 9 de la escala Molina-Calvo. Cubicaje: AZ-0.3.

Lugar de aterrizaje: 25°39’N 100°18’O.

Denominación local del lugar de aterrizaje: Chipinque.

Cumpliendo órdenes (mías) Chuy se prepara para tomar contacto con las formas de vida (reales y potenciales) de la zona.

Como viajamos bajo forma acorporea (inteligencia pura-factor analítico 4800), dispongo que adopte cuerpo análogo al de los habitantes de la zona.

Objetivo: no llamar la atención de la fauna autóctona (real y potencial).

Consultado el Catálogo Astral Terrestre Indicativo de Formas Asimilables (CATIFA) elijo para Chuy la apariencia del ser humano denominado Pincho de Nagris.

Chuy abandona la nave por la escotilla 4. Tiempo despejado con ligeros vientos del norte; temperatura, 22 grados centígrados; humedad relativa, 45 por ciento; contaminación del aire, alta.

Primer contacto con habitante de la zona. Datos recibidos por Chuy:

Tamaño del ente individualizado, 175 centímetros; perímetro craneal 58 centímetros; número de ojos, dos; longitud del bigote, 12 centímetros.

El ente se comunica mediante un lenguaje de gran simplicidad estructural, pero de muy compleja sonorización, pues debe articularse mediante el uso de órganos internos y abundantes regionalismos. Conceptualización escasísima.

Denominación del ente, Rogelio “El Roge” Garza Cantú (probable recepción defectuosa o incompleta).

Fundación biológica del ente: empresario de importación y exportación (dedicación exclusiva) en San Pedro Garza García.

Nivel de mansedumbre, extremadamente bajo; dispone de medio de transporte de gran complejidad estructural y blindaje, de muy complicado manejo denominado Suburban negra con cristales polarizados.

Acompañado en todo momento por séquito de individuos de complexión robusta y mirada amenazante. Exhibe joyería ostentosa y arma de fuego de gran calibre. Muestra extrema precaución ante desconocidos y mantiene comunicación constante a través de dispositivos encriptados.

Chuy es invitado por el ente a subir a su medio de transporte.

Pide instrucciones. Le ordeno que acepte el ofrecimiento.

Objetivo fundamental: no llamar la atención de la fauna autóctona (real y potencial).

Ante la perdida de contacto con Chuy decido salir pero antes oculto la nave para evitar reconocimiento e inspección de la misma por parte de la fauna autóctona.

Consultado el Catálogo Astral, decido transformar la nave en cuerpo terrestre denominado residencia estilo californiano, 5 rec. 6 baños. Alberca. Vista panorámica. Terreno 2000 m2. Máximas facilidades.

Decido adoptar la apariencia de ente humano individualizado. Consultado Catálogo, elijo el empresario regiomontano Rigoberto Santos de Agujeros

En lugar de abandonar la nave por la escotilla (ahora transformada en puerta de madera de mezquite de gran simplicidad estructural, pero de muy difícil manejo), opto por naturalizarme allí donde la concentración de entes individualizados es más densa, con objeto de no llamar la atención.

Me naturalizo en lugar denominado Calzada del Valle-Calzada San Pedro.

Soy arrollado por una camioneta Suburban blanca.

Debo recuperar el Rolex, que ha salido volando de resultas de la colisión. Operación dificultosa por la afluencia de vehículos de gran tamaño.

08:01 Arrollado por un Mercedes-Benz Clase G.

08:02 Arrollado por una Range Rover.

08:03 Arrollado por un BMW X7.

Recupero el Rolex y lo lavo en una fuente ornamental situada a pocos metros del lugar de la colisión. Aprovecho la oportunidad para analizar la composición del agua de la zona: hidrógeno, oxígeno y cloro.

Debido a la alta densidad de entes individualizados, tal vez resulte algo difícil localizar a Chuy a simple vista, pero me resisto a establecer contacto sensorial, porque ignoro las consecuencias que ello podría tener para el equilibrio ecológico de la zona y, en consecuencia, para sus habitantes.

Los seres humanos son cosas de tamaño variable.

Los más pequeños de entre ellos lo son tanto, que si otros seres humanos más altos no los llevaran en un cochecito McLaren, no tardarían en ser pisados (y tal vez perderían el Rolex) por los de mayor estatura.

 Los más altos raramente sobrepasan los 200 centímetros de longitud.

Un dato sorprendente es que cuando yacen estirados en sus autos continúan midiendo exactamente lo mismo.

Algunos llevan bigote; otros barba y bigote. Casi todos tienen dos ojos, que pueden estar situados en la parte anterior o posterior de las gafas de sol Oakley, según se les mire. 

Al andar se desplazan de atrás a adelante, para lo cual deben contrarrestar el movimiento de las piernas con un vigoroso braceo.

Los más apremiados refuerzan el braceo por mediación de carteras de piel de avestruz o de unos maletines denominados Louis Buitton, hechos de un material procedente de otro planeta. 

El sistema de desplazamiento de los automóviles (cuatro ruedas pareadas rellenas de aire acondicionado) es más racional, y permite alcanzar mayores velocidades.

No debo volar ni andar sobre la coronilla si no quiero ser tenido por excéntrico.

Nota: mantener siempre en contacto con el suelo un pie —cualquiera de los dos sirve— o el órgano externo denominado trasero.